Cuando satisfacer a quien nos contrata es un desafìo.


Cada día estoy más convencida sobre la satisfacción que debemos proporcionale a empleadores y clientes externos por igual. En definitiva ellos y nosotros pretendemos quedar satisfechos con el trabajo terminado.

Entonces no sólo se trata de que quien habitualmente consideramos como cliente quede conforme, sino que además quien nos da el trabajo de una u otra manera es quien también deberá confiar en nosotros y es nada más y nada menos que nuestro propio empleador en caso de que trabajemos en relación de dependencia.

Él accede a nuestros servicios de venta, organización, consultoría, etc. por intermedio de una compensación salarial o pago. Por eso es indispensable que también él pueda comprender nuestro esfuerzo y nuestro trabajo, la vocación y el esmero que diariamente ponemos en el desarrollo de cada tarea, condiciones que el Cliente Externo considerará importantes o determinantes a la hora de cubrir sus expectativas.

Es indudable que satisfacer las necesidades de todos los que participamos es un verdadero desafío.
Parecería que en principio sus motivaciones y necesidades son diferentes. Incluso la mayoría de los empleados no ven a sus superiores como "clientes".
No creo que "ponerse la camiseta de la empresa" sea la clave para defender sus intereses a costa de los de la eventual persona u organización que nos viene a comprar o a contratar. Pero tampoco creo que "defender a capa y espada" a éste último nos posicione bien ante la empresa para la cual cumplimos tareas. 

Ahí está el verdadero desafío, en armonizar los intereses de ambos, en desplegar nuestras capacidades interpersonales en pos de la conformidad del interesado y en cubrir las necesidades de cada uno apelando a nuestra capacitación o experiencia y si vamos más lejos aún a nuestra pasión por lo que hacemos.


Tu vocación y el Ceremonial.

Muchas veces nos han preguntado cuando eramos  niños: ¿qué seríamos de grandes? Y seguramente hemos ido variando nuestras respuestas con el transcurso de los años. Hasta que en la última etapa del secundario se iría marcando definidamente nuestra orientación vocacional que años más tarde y  con la actividad profesional se habrá ido modificando o superando gratamente, en el mejor de los casos. 

Cuando los que hacemos una actividad la hacemos convencidos de los beneficios que podemos aportar, no hablamos de narcisismo, vanidad u orgullo desmedido. Sino que la pasión por lo que hacemos nos pone día a día frente a un desafío  con nuevas herramientas para trabajar.

Con aquellos colegas con verdadera vocación, compartimos nuestras experiencias  satisfechos de lo que nos produjo haber llevado a cabo nuestra tarea lo mejor posible, entregando muchísimo tiempo, sinceras  emociones  y los conocimientos adquiridos día a día sumándole nuestra experiencia.

A veces me pongo a pensar en la cantidad de oportunidades que me va dando la cotidianidad para aplicar lo que aprendo todos los días desde el ceremonial y no me arrepiento de haber elegido ésta disciplina orientada a los Eventos.

Mediante éste artículo quisiera exhortar a los estudiantes o interesados de todas las edades a desarrollarse en el ámbito del Ceremonial.

Porque conocerlo les brindará seguridad a la hora de organizar o disfrutar inolvidables Eventos. Además, si descubren en él su verdadera vocación  encontrarán diferentes oportunidades en las que continuar  de la mano.

Es cierto que como en todos los trabajos  vemos día a día que hay personas que sin siquiera los conocimientos más elementales ocupan puestos de Ceremonial, probablemente sin saber de qué se trate. Pero lejos de desanimarnos deberemos motivarnos a continuar capacitandonos  a seguir desarrollando nuestra verdadera vocación para aportar gratamente beneficios al ejercicio de ésta actividad tan apasionante.